miércoles, 13 de noviembre de 2013

MI BISABUELO MATERNO

Hoy publico la biografía de éste insigne caraqueño del síglo antepasado y principios del siglo XX. Aunque el nombre del artículo: BREVES DATOS BIOGRÁFICOS, no resulte tan breve, luego de leerlo se darán cuenta que se quedó corto su biógrafo, mi hermano, el Dr. David Chacón Rodríguez, historiador y  académico, quien realizó un excelente trabajo historiográfico sobre nuestro bisabuelo materno. Es increíble que una persona en esa época haya realizado tantos estudios, haya recibido tantos honores, y lo que es más relevante, haya aportado tantos cubeneficios a la colectividad en diversas disciplinas. Datos, en algunos de sus aportes, que quizás muchos ni tenían idea. Recomiendo leerlo completo, y sé que lo aprovecharán.

El Doctor Teófilo Rodríguez. Breves datos biográficos
David Chacón Rodríguez*



Teófilo Rodríguez fue uno de esos caraqueños ejemplares que vivió consagrado al estudio y divulgación de la cultura nacional. Con igual pasión cultivó el derecho, la docencia, la historia, el periodismo, la oratoria, el ensayo, la poesía, y el folklore, y por sus relevantes méritos fue condecorado el 3 de julio de 1888, con la Medalla en honor de Instrucción Pública para premiar los servicios prestados y méritos adquiridos en estos importantes ramos.

En su larga hoja de servicios a la nación, se destaca como miembro fundador de la Academia Nacional de la Historia, e individuo de Número de la correspondiente a la Lengua española; Jurado por la Facultad de Ciencias Eclesiásticas en el Certamen Literario promovido con motivo del cumplimiento del Primer Centenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar; Inspector General de los Exámenes del Distrito Federal; Miembro Principal de la Junta departamental, parroquial y vecinal del Distrito Federal en el Estado Bolívar, representando la Parroquia Santa Rosalía; Miembro de la Junta de Administración Escolar de la Escuela Politécnica de Caracas; miembro activo de la Academia de Ciencias y Bellas Letras denominada Ateneo de Caracas[1]; miembro de la Junta que ha de formular el programa de los festejos para la celebración del Centenario del Gran Mariscal de Ayacucho; miembro de la Junta para la celebración del Centenario del Gran Mariscal de Ayacucho; miembro de la Comisión creada para organizar el Museo Boliviano; Orador de Orden en la Junta Pública que se celebró con motivo de cumplirse el 28 de octubre de 1891, el tercer aniversario de la fundación de la Academia Nacional de la Historia; Diputado en la Legislatura del Estado Bolívar; Juez del Crimen; Magistrado de la Corte Suprema de Justicia; Ministro de la Corte de Casación; Presidente de la Corte Superior del Distrito; Presidente de la Corte Superior del Estado Bolívar y Presidente de la Corte Suprema del Distrito Federal.

Nace en Caracas, el 4 de septiembre de 1843[2], del matrimonio de Juan Feliciano Rodríguez y Amelia Rodríguez Comíns. Es bautizado el 21 de julio 1845, por el presbítero José Trinidad Lozada con el nombre de Teófilo Rosalio, en la Iglesia parroquial de San Pablo de Caracas. Fue su padrino Don Francisco Díaz[3].



A la edad de 11 años,  comienza a cursar el 1º de septiembre de 1854, sus primeras letras en el Colegio de Santo Tomás[4], llamado posteriormente Colegio de Vargas. Este instituto estaba regido por Manuel María Urbaneja y Ramón Isidro Montes[5].  Entre sus profesores figuraron eminentes personalidades como: Agustín Aveledo, Gerónimo Eusebio Blanco, Manuel María Urbaneja, Eduardo Calcaño y Nicomedes Zuloaga.



El 24 de septiembre de 1860, con motivo de celebrarse en esa fecha el día de Nuestra Señora de la Merced,  advocación a la cual estaba dedicada el Colegio de Vargas se celebró la distribución de premios y por esa razón se realizó un acto literario en el que el Bachiller Teófilo Rodríguez disertó sobre el tema: Sin religión no hay Moral[6], igualmente fue escogido por el Director, Gerónimo Eusebio Blanco,  para que en compañía de los bachilleres Domingo Guzmán y Camilo Alfaro recibieran a los señores examinadores y demás concurrentes para darles colocación en los asientos que respectivamente les estaban  asignados.



El 1 de septiembre de 1860, inicia sus estudios superiores[7], habiéndose matriculado en la Universidad de Caracas para cursar las carreras de Derecho Canónico y Derecho Civil, las cuales concluye en 1870. A partir de entonces se consagra con vehemencia al cultivo de la jurisprudencia, donde alcanzaría su mayor renombre y prestigio. Su carrera docente comienza en 1863 cuando se desempeña como Vicedirector-Secretario del Colegio de Vargas[8], el cual estaba dirigido por el Doctor Rafael Villavicencio[9]. Allí imparte las cátedras de Geografía Elemental y Geografía General, luego, dos años más tarde, es catedrático de francés en el Colegio El Ávila.



El 23 de septiembre de 1862, publica el Reglamento de La Oliva. Sociedad religiosa bajo la advocación de la gloriosa Asunción de Nuestra Señora a los Cielos[10].Caracas. Imprenta de Ramón Alcalde Piña. Del cual era su Presidente y Tomás Lander, su Secretario. Su objeto era el de crear fondos para celebrar anualmente una fiesta a la Asunción de María, en el templo parroquial de Altagracia, donde  aquella es venerada.



El 7 de enero de 1867, recibe el título de Doctor en Derecho Civil[11].



El 18 de marzo de 1866,  en compañía de Francisco de Paula Acosta, Agustín Aveledo, Manuel Vicente Díaz, Adolfo Ernst, Arístides Rojas y Luciano Urdaneta, funda la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales,[12] con el fin de realizar estudios sobre la historia

natural del país e impulsar su estudio. Allí formó parte de las comisiones de Zoología[13] y Mineralogía[14].



El  6 de Diciembre de 1866, recibe de manos del Doctor Carlos Arvelo, Rector de la Universidad Central de Venezuela el  título de Licenciado en Sagrados Cánones: Irregularitas ex crimine vel homicidio voluntario proveniens a jure divino procedit (St Paulus ad Titum, Cap 1 versiculo 6 y 7. 1ª a Timoteum, Capitulo 3, versiculo 2 y 10; y en Derecho Civil: Yn integuin rectitutio favet ecelessia.ut pote minoubus vigenti quinque annorum (Deduc cap 1 y 7 de in integrum restitutiones). Sus tesis en lengua latina versaron sobre:



1.- Restitutio proetoria non conceditur nisi causa non leavi (Mackeldey-Derecho Romano).



2.- Nepoti ab euroun avibus meliorati esse possirnt in tertio, etiam parentes viventes (ler 2, fol. 6, lib 5, recop).



3.-Sponsa a marito osculata prius quam matrimonium consumatum sit, jus habet medietati oarum quae maritus ejus illi donaverit[15] (ler 4, fol. 2, lib 5, N recop.).



Se matrícula en el Colegio de Abogados de la República de Venezuela, como abogado residente en el Distrito Federal. (Doctor en Ciencias Políticas).



Entre el 5 y el 11 de enero de 1868,  publica una elocuente remitido con el título "Una visita a dos tumbas" como réplica al artículo que tradujo el Doctor Adolfo Ernst tomado de la Gaceta Occidentale (Weser Zeitung) que apareció en el periódico "El Federalista" (Nº 1317) referente a la tumba de San Pedro Alejandrino.



Recién graduado, se le abren las puertas de la docencia universitaria, pues el 9 de mayo de 1870 es nombrado para desempeñar la Secretaria Rectoral de la Universidad Central de Venezuela[16], a pesar de que renuncia al cargo el 14 de diciembre de 1872, alterna la enseñanza en las facultades de Ciencias Políticas y Eclesiásticas, asumiendo la regencia de las cátedras de Derecho Público Eclesiástico, Derecho Canónico, Derecho Administrativo, Derecho Político y Sistema Federal, Derecho Español, Derecho Penal, Derecho Natural, Derecho Constitucional y Derecho Internacional Público, actividad que ejerce hasta poco antes de su muerte.



Su participación en la prensa nacional data con propiedad, desde 1865, cuando, a la edad de 22 años,  funda en compañía del Doctor Rafael Villavicencio  el periódico "El Amigo del Progreso. Religión, Ciencias, Literatura, Bellas Artes, Industria[17]", siendo éste el primer periódico Religioso, Científico y Literario que se publicó en Caracas; después nacieron "El Americano" y la "Revista Literaria" y a partir de esa fecha, su firma aparecerá en los más prestigiosos diarios y revistas del país, tales como los Anales de la Universidad; "El Ángel Guardián" Hebdomadario religioso, moral, científico y literario[18]; El Bolivarense de Petare; El Cojo Ilustrado; El Entreacto; El Patriota; La Opinión Nacional; La Tribuna de Petare[19]; La revista científica Vargasia[20] y en otros órganos del periodismo que acogieron sus escritos.

Sus inquietudes científicas hacen que sea uno de los fundadores, de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales, creada el 18 de marzo de 1866, con el fin de realizar estudios sobre la historia natural del país e impulsar su estudio. Allí formó parte de las comisiones de Zoología y Mineralogía. Los otros miembros que le acompañaban fueron  Francisco de Paula Acosta, Agustín Aveledo, Manuel Vicente Díaz, Adolfo Ernst, Arístides Rojas y Luciano Urdaneta.



Igualmente forma parte del grupo fundador del Club Unionista de Venezuela, creado el 14 de octubre de 1866, con el laudable objeto de prestar su contingente a la paz y prosperidad de Venezuela y así, propender al mejoramiento moral y material del país, procurar que la nación esté bien representada en el exterior, y esforzarse en plantear en nuestro suelo una nueva escuela política, con prescindencia absoluta del pasado y teniendo únicamente en mira el porvenir. Esta asociación hace absoluta abstracción de las denominaciones y odiosidades que habían engendrado hasta ahora los partidos políticos. En compendio, ella procuraba el fomento de Venezuela y la unión cordial de sus habitantes[21].



El 8 de diciembre de 1867: En el acto de repartición de los premios de la ilustre Universidad pronuncia en el Templo de San Francisco, un sendo discurso planteando serias reformas educativas (citado por Rafael Villavicencio en el discurso pronunciado ante la ilustre Universidad Central, en el acto de repartición de los premios el 8 de enero de 1869[22].



A su fina pluma debemos la primera descripción de las famosas cuevas de San Juan de los Morros, visitadas por él en el año 1873.



En 1878,  participa con un artículo sobre el 19 de abril de 1810 en elCertamen Nacional Científico y Literario celebrado el 28 de octubre de 1877 por disposición del Gran Demócrata General Francisco Linares Alcántara, Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela, en honor de la Memoria Excelsa de Bolívar. Caracas. Imprenta Nacional. 1878[23].



En 1880,  publica una elegía en prosa titulada A la memoria de la señorita Carmen Fombona. En Siempre-vivas en la tumba de de la señorita Carmen Fombona[24].



El 3 de febrero de 1881, nace de la unión con Avelina Meza, su único hijo, el cual llevará por nombre Blas Reinaldo[25].



Llama la atención que entre la larga lista de generaciones que figuraron entre sus alumnos,  destaca de manera especial el Doctor José Gil Fortoul, quien además de ser su alumno, realizó la  pasantía judicial  bajo su tutela, por espacio de dos años [26].



El 24 de julio de 1883,  en compañía del Doctor José Antonio Ponte, Dignísimo Arzobispo  de Caracas y Venezuela y Presidente de la Facultad de Ciencias Eclesiásticas de la Universidad Central y Ezequiel María González, Vicerrector de la Universidad, es nombrado jurado por la Facultad de Ciencias Eclesiásticas en el certamen literario promovido con motivo del cumplimiento del primer centenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar. Los temas escogidos fueron:



1.- La influencia del catolicismo en la civilización de Venezuela.



2.- La indisolubilidad del matrimonio, base de la familia en la sociedad venezolana, como se preparó y ha conservado la moralidad de las costumbres públicas.



El  29 de marzo de 1884,  es nombrado por el Presidente de la República (Guzmán Blanco) Inspector General de los Exámenes que, al efecto de habilitar los estudios correspondientes al sexto año en  las carreras de Ciencias Políticas y de Medicina Legal [27].



Un contemporáneo suyo, el Doctor Felipe Tejera en su obra Perfiles Venezolanos (Caracas, 1888, pág 425-426), nos trazó este estupenda semblanza  gracias al cual podemos conocer los amables rasgos de su modesta figura y personalidad: "Teófilo Rodríguez es un caballero educado como pocas figuras en los altos salones; fino de porte y como vaciado en los moldes de la urbanidad de Carreño. Le adornan prendas extremadas como ciudadano y como amigo, y aunque de carácter un tanto meticuloso y desconfiado, sabe conservar la simpatía que desde luego se capta en el trato social, así por la pulcritud de su conducta como por la exquisita urbanidad de sus maneras". Otra visión de su consumada laboriosidad nos las las trasmite Don José Güell y Mercader (Hortensio) [28]  quien consigna su opinión de esta manera:"En sus tradiciones populares de Caracas, colección de artículos empezados a publicar en una revista venezolana, revela asimismo buena disposición para investigar y exponer noticias curiosas e interesantes, sin incurrir en el defecto de pesadez en que suelen caer los que este género literario cultivan".



Su contribución al estudio del folklore nacional queda plasmado en su obra "Tradiciones Populares". Colección de Crónicas y Leyendas Nacionales narrada por varios escritores patrios. impresa en Caracas en 1885, escritas con sencillez y agudeza, además, es autor de una serie de artículos y crónicas de costumbres, entre los cuales merecen citarse los intitulados: A orillas del mar; "Contribución al Folk-lore: Ligeras muestras de medicinas popular[29]; "Contribución al folk-lore: Sobre la frase dar calabazas[30]"; El Carretón de la Trinidad; El  Fantasma; El Hermano Penitente; El Hogar Campesino[31]El Reloj de Piedra de San Jacinto[32]; "La ineludible Ley...[33]"; La Luz del Tirano de Aguirre; La Mula Maniatada; Los Espantos y Tesoros; Supersticiones relativas al matrimonio. (Extracto de un trabajo remitido a la Sociedad de Tradiciones Populares de París)[34]Un editorial como otro cualquiera; Una hora de Meditación; una breve reseña biográfica del Doctor Gerónimo Eusebio Blanco Rivas (1819-1887). [35], "Fraternidad[36]",  "El 5 de julio"[37], "Con ocasión del centenario del natalicio de Bello[38]".



En 1885, publica su obra "Tradiciones Populares" Colección de Crónicas y Leyendas Nacionales narrada por varios escritores patrios. (Caracas. Imprenta Editorial (Este 6) 1885. 340, [4] p. 22 cm), correspondiente al folklore del centro del país. Obra que comenzó en 1871. Con esta obra ha hecho un verdadero servicio a la literatura nacional, pues ellas vienen a ser como bocetos de aquella época. Dicho libro contiene, aparte de algunas tradiciones nacionales debidas por su pluma, recoge otras de diversos escritores patrios.



El 3 de julio de 1888, se le concede la uso de la condecoración "Medalla en honor de Instrucción Pública" creada por Decreto  del 27 de enero de 1877, para premiar los servicios prestados y méritos adquiridos en este importante ramo[39]y seis días más tarde, con motivo de cumplirse el primer aniversario de la muerte del Ilustre Académico Doctor Gerónimo Eusebio Blanco publica en La Opinión Nacional[40] una necrología.



En compañía de Luis Espelozín edita en 1889 una obra con el título "Reformas Constitucionales".

Cuando el Presidente Juan Pablo Rojas Paúl establece en 1888 la Academia Nacional de la Historia, escoge su nombre para que como Individuo de Número ocupe el Sillón Letra R[41] y así premiar su alto prestigio como jurista (In utoque jure) y estudioso de la historia. Su vida académica fue igualmente fructífera, allí  realizó una brillante y lúcida actuación recibiendo la distinción de ser elegido Archivero-Anticuario[42]; Bibliotecario; Miembro de la Comisión de Anales[43]; Miembro de la Comisión de Cuentas[44], Miembro de la comisión permanente de Biblioteca; Tesorero[45] y Secretario en seis oportunidades46.

En 1890 se desempeña como Director de la Escuela Politécnica de Caracas, el primer liceo creado en nuestro país, conocido modernamente con el nombre de Liceo Andrés Bello. De esta época, el escritor Guillermo Cabrera Domínguez al hacer la historia de esta importante institución nos trasmite el siguiente perfil docente: "Hay una hermosa mañana y el profesor está leyendo a sus alumnos la hermosa fábula de Lafontaine El lobo y el cordero, con el fin de que éstos desarrollen un tema libre sobre su contenido. De repente hace su entrada en el salón de clases un presuntuoso y arrogante oficial quien, sin mucho miramiento y después del saludo de rigor, participa al profesor de parte de su coronel, que debe abandonar lo más pronto posible el recinto donde funciona esa escuela debido a que la casa en cuestión va a ser utilizada como cuartel. Seguidamente el engreído militar se marcha con evidente desenfado dejando al maestro y alumnos la oportunidad de comprobar con amargura la sabia moraleja de la fábula donde el más fuerte impone su condición al más endeble. Es la época en que los lobos se nutren de la flaqueza y debilidad de los corderos. Desde ese día Don Teófilo Rodríguez, que así de llama el nuevo Director, se ha concretado en buscar aquí y allá un nuevo local para su fábrica de sueños y al fin la encuentra entre las esquinas de Hoyo y Castán. Contemplamos la vivienda y podemos darnos cuenta de que es más pequeña que el local de La Viñeta. Tiene, sin embargo, espacio suficiente para poner a funcionar los tres cursos que se dictan para entonces, y allí se va Don Teófilo, con su rebaño de promesas a pasar trabajos y penurias, pero firme en su afán de enseñar y educar a sus muchachos.



Nos llama la atención una campana dorada que acaba de traer de España el padre agradecido de un alumno del plantel y que ha sido colocada a las puertas de la Dirección para que anuncie, con su alegre canto, el comienzo y el final de clases. Por cierto que nos hemos enterado de que los muchachos, con su sabia y picaresca ocurrencia, la han bautizado como La soprano de Don Teófilo.

Más adelante Cabrera Domínguez expresa:

"Observemos con atención cuanto está ocurriendo en la casa de Castán. Resulta que los dueños del inmueble han resuelto habitarla de nuevo y han enviado al maestro Rodríguez una fría e indiferente comunicación donde le participan que tiene tres meses para buscar otro lugar para su escuela. Nuevamente surgen la angustia y las nerviosas diligencias por la consecución de un nuevo inmueble que reúna las condiciones para el funcionamiento de la institución. Al fin, lo encuentran entre las esquinas de Santa Teresa y Cruz Verde. Podemos observar cómo va llegando nuevamente esta legión de soñadores y también podemos comprobar cuánto ha crecido con el tiempo. Allí se encuentran los muchachos reunidos alrededor de una antigua fuente siciliana que adorna el patio de la nueva mansión.



Desde donde nos encontramos, podemos oír sus bromas, sus gritos y algazaras y podemos apreciar también cómo abundan los empujones y cómo algunos han caído al agua de la fuente, obligando al Director a retirar el cristalino líquido y dejar la pila seca, pues son muchos los resfriados y catarros que han afectado a estos nuevos y bulliciosos inquilinos. Desde la galería principal podemos ver de nuevo la soprano de Don Teófilo dirigiendo con su canto las actividades de maestros y alumnos.



Un sorpresivo terremoto ha puesto a crujir y a rechinar techos, puertas y ventanas en toda la ciudad y la vieja casa de Cruz Verde no escapa a la acción del fenómeno telúrico y su pesada estructura amenaza con caerse obligando a Don Teófilo a salir precipitadamente del local y a buscar de nuevo sitio donde mudar su escuela y poder continuar en su nómada existencia. La encuentra en la esquina de Colón y allá se marchan en tropel, la soprano de Don Teófilo, seguida de cerca por maestros y alumnos, estos últimos en su condición de gente joven van gritando y comentando alegremente, completamente ajenos a las penurias de sus esforzados dirigentes por labrarles un porvenir"[46].



El 28 de octubre de 1891, fue elegido Orador de Orden en la Junta Pública que se celebró en la Academia Nacional de la Historia con motivo del tercer aniversario de su fundación[47].



Por excitación de la Junta organizadora de la exposición Colombina de Chicago, efectuada en 1893, remite una memoria sobre el Folklore, la cual fue leída y bien acogida en el congreso de folkloristas reunidos en aquella ciudad.



El  21 de junio de 1893, firma el Acta de promulgación de la Constitución Venezolana de ...., verificada solemnemente a las 4 de la tarde del 5 de julio del mismo año, en el salón de recepciones de la Casa Amarilla[48].



El 3 de febrero de 1895 fue designado Orador de Orden en la Conmemoración de la fiesta del Centenario del nacimiento del General Sucre. A nombre de la Junta Directiva del Centenario, pronunció un brillante discurso en el Salón Elíptico del Congreso Nacional. En ese  mismo día se inauguraron los cuadros de las batallas de Boyacá, Junín y Carabobo.



El 23 de mayo de ese mismo año,  es nombrado miembro de la Junta para la celebración del Centenario del Gran Mariscal de Ayacucho (3-2-1895), con el fin de organizar la conveniente celebración del Centenario en el Distrito Federal. Estaba compuesta además por los siguientes ciudadanos: Doctor Agustín Aveledo; General Pedro Arismendi Brito; Luis Alberto Sucre; Doctor Lucio Pulido; Tomás Michelena; Henrique L. Boulton; Juan E. Linares; Agustín Valarino; Doctor Adolfo Ernst; Doctor Jorge Nevet; Jacinto Gutiérrez Coll; José Antonio Mosquera; Carlos Santana[49].



El 13 de diciembre de 1902, en compañía de un grupo de profesores de la Universidad Central de Venezuela, firma un manifiesto para aplaudir la actitud patriótica asumida por el supremo gobierno ante el bloque efectuado por las potencias extranjeras ese año.



Los otros profesores fueron José A.Baldó, Luis Razetti, Bernardo Esteves, Federico Urbano, Miguel R Ruíz, P. Hermoso Tellería, A. P. Mora, Pablo Acosta Ortíz, Juan de Dios Villegas Ruiz, E. Delgado Palacios, Luis Sorian, J. Díaz, G. Delgado Palacios, Carlos León, J.B. Bance, Jose Gregorio Hernández, F.A. Alfaro, Felipe Tejera, Carlos F. Grisanti Franceschi, Félix Montes, Tomás C. Llamosas, S. Vaamonde Blesbois, T. Aguerrevere Pacanins, Juan Pablo Tamayo, H.O.Lupi[50].



El 14 de enero de 1906,  es designado Orador de orden para contestar el Discurso de Incorporación a la Academia Nacional de la Historia del Presbítero Doctor Ricardo Arteaga, quien disertó sobre el tema La Ley Moral en la Historia[51].



El  20 de mayo de 1908, junto a Laureano Villanueva y Manuel Antonio Díez, presenta a la Academia Nacional de la Historia sobre el tema ¿Qué punto de Hispano América fue el primero en apellidar Independencia a la Madre Patria.?, el cual fue aprobado en su sesión ordinaria del día 29 de julio de ese mismo año y fue publicada en los Anales de la Universidad Central de Venezuela[52] y en la Memoria de la Academia Nacional de la Historia, ahí se afirmaba que el 19 de abril no era el día iniciativo de nuestra independencia, sino que ese día se ejerció de hecho, el primer acto de soberanía popular, deponiendo a las autoridades coloniales, aunque simuladamente se guardara fidelidad a la Corona de Fernando VII, por entonces juguete baladí de Napoleón.



El año siguiente, forma parte de los profesores Examinadores de Número de la cátedra de Derecho Constitucional y Derecho Administrativo de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Central[53].

El 3 de enero de 1911, fallece su madre Doña Amelia Rodríguez Comíns de Rodríguez, a la edad de 81 años[54].



En cumplimiento del Decreto Ejecutivo de fecha 28 de marzo  de 1911 y por disposición del Ciudadano Presidente Constitucional de la República, General Juan Vicente Gómez,  del 1º de mayo de ese mismo año,  es nombrado miembro de la Comisión creada para organizar el Museo Boliviano, cuya finalidad era el acopio y la organización del Museo. Por el Ejecutivo Federal firmó el Ministro de Relaciones Interiores, General Francisco Linares Alcántara¨(55). Dicha comisión estaba integrada además por Felipe Francia, Vicente Lecuna, Manuel Segundo Sánchez y Christian Federico Witzke[[56]]. En ese mismo año fue jubilado de la Universidad Central de Venezuela con una pensión de Bs. 200







En cumplimiento del Decreto Ejecutivo de fecha 28 de marzo  de 1911 y por disposición del Ciudadano Doctor Francisco Lináres Alcántara, Presidente de la República, (en resolución Nº 2655), el 1º de mayo de ese mismo año,  es nombrado miembro de la Comisión creada para organizar el Museo Boliviano, cuya finalidad era el acopio y organización del Museo. Dicha comisión estaba integrada además por Felípe Francia, Vicente Lecuna, Manuel Segundo Sánchez y Christian Federico Witzke[55]. En ese mismo año fue jubilado de la Universidad Central de Venezuela con una pensión de Bs. 200[56].



El 24 de diciembre de 1912,  con motivo de un informe que presenta a la Academia Nacional de la Historia el misionero capuchino Fray Froilán de Rionegro para fijar la fecha de la fundación de Caracas, la Academia Nacional de la Historia nombra una comisión formada por los Doctores Teófilo Rodríguez, Francisco Tosta García y Pedro Manuel Arcaya para que opinaran sobre dicha proposición, afirmando que era interesante, y merecía publicarse en el boletín, sin embargo recomendaron a la Academia abstenerse de decretos hasta que se tenga averiguada en forma definitiva esta fecha, cuando no aparezcan nuevos documentos que refuercen definitivamente este punto[57].



Con motivo de una consulta enviada por el Ministro de Instrucción Pública,  el  8 de enero de 1913, Preside la Comisión nombrada por la Academia Nacional de la Historia para examinar los documentos relativos al General Manuel Piar. Sus conclusiones fueron  presentaron al Señor Director en un informe[58].



El 14 de febrero de 1914,  a raíz de la publicación que hizo la Casa Ollendorff en 1912, del famoso Diario de Bucaramanga de Luis Perú de La Croix, el Señor Manuel Pinzón Uzcátegui  dirigió una carta circular a los historiógrafos más eminentes de Venezuela y Colombia, inquiriendo su opinión sobre el juicio emitido por Blanco y Azpurúa acerca de la autenticidad de la mencionada obra. La opinión de Teófilo Rodríguez  fue: "Con dicho manuscrito se había tratado de imitar las conocidas Memorias de Santa Elena, para lo cual el que concibió la idea y la llevó a ejecución con este o aquel propósito no se ciño en su trabajo a narrar con exactitud los juicios y opiniones que el Libertador, departiendo con los fieles amigos y admiradores que lo acompañaban en sus últimos días, les exponía en el seno de la confianza, decaído ya en su físico, pero sereno en su espíritu en medio a la tormenta que contra el grande hombre habían desencadenado los enemigos de su gloria. En esta virtud estoy de acuerdo en el fondo con el juicio que acerca del enunciado Diario formularon los distinguidos y honorables investigadores General José Félix Blanco y Don Ramón Azpurúa[59]".



El 4 de julio de 1914, recibe este egregio ciudadano una nueva distinción, la Academia Venezolana de la Lengua, correspondiente a la Real Española le reclama su presencia como Individuo de Número para ocupar el Sillón A[60], incorporándose  a esa Docta Corporación el 21 de marzo de 1915[61] con una disertación, acerca de los méritos de la Lengua Española[62]. La voz de la Academia la llevó el Doctor Santiago Key Ayala, quien al darle la bienvenida en la loa del recipiendario lo recuerda dedicándole estas palabras: "Entre papeles amarilleados, de viejos textos latinos; entre manuscritos de historia patria, títulos de propiedad escritos con vigorosa letra gótica, folios e infolios de la curia eclesiástica, el Doctor Rodríguez ha preservado aquella primera orientación de su espíritu que en su juventud le llevó a la redacción de periódicos literarios, en muy honesta compañía... El Doctor Rodríguez civilista y canonista, ha sido fiel, toda su vida, a la lengua de los Césares Augustos, augusta como ellos. En medio del casi unánime desdén que entre nosotros ha enterrado al latín, es de los pocos iniciados que en la soledad penumbrosa del gabinete de trabajo han sabido alumbrarse con la lámpara de su fe. Su especialización en estudios canónicos le ha permitido acrecentarla, como que la Iglesia tiene la alta sabiduría de perpetuar, con el latín, el recuerdo de que fue engendrada y amamantada en la cama de leones del Imperio Romano[63]".



El  10 de julio de ese mismo año, por Comisión de la Academia Nacional de la historia presenta en compañía del Doctor Julio Calcaño  al Señor Director de la institución un informe para abrir concepto sobre " Relación de la Salida de Porlamar del General José Francisco Bermúdez en 1815" apoyando la publicación en el Boletín[64].



Su vastísima erudición lo llevó a ocupar un sitial de honor como orador, notable jurista, conocedor profundo de otras lenguas (francés, inglés, griego y latín), brillante autor de estudios de historia, los cuales realiza con un criterio imparcial y justiciero, le permitieron ocupar un puesto importante en la vida pública venezolana.



El 26 de septiembre de 1915,  ofrece el discurso de contestación al de recepción como individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, del Doctor Manuel María Villalobos[65].



El 8 de diciembre de 1915, se extingue su periplo vital, a los 72 años de edad, debido a una nefritis (Mal de Bright)[66], en una modesta casa caraqueña situada entre las esquinas de Carmen a Puente Arauca, Nº 58. Su muerte fue lamentada en los círculos intelectuales y en el seno de la sociedad. El periódico La Religión publica al día siguiente la noticia de su fallecimiento así: "Murió cristianamente el Señor Doctor Teófilo Rodríguez. Fue una vida laboriosa y útil. Doctor en ambos Derechos, miembro de ambas Academias; periodista, profesor, Juez unas veces, y otras abogado en ejercicio. Escribió y recopiló nuestra Tradiciones. Su recuerdo es plácido. Nuestro pésame a su familia. Nuestros sufragios por el amigo". Su deceso constituyó un duro golpe para la Universidad Central de Venezuela, pues perdía a uno de sus más brillantes catedráticos, para las Academias a las cuales perteneció, ya que expiraba uno de sus más sobresalientes, abnegado y eficiente colaborador y para el campo del derecho al sucumbir uno de sus más eminentes  juristas.




Bibliografía



1 De acuerdo con el artículo 8 del decreto ejecutivo de 7 de enero de 1893. El Ateneo se instaló en Comisión preparatoria el 1º de febrero, en el Paraninfo de la Ilustre Universidad Central. Véase: Exposición que  el Ministro de Instrucción Pública presenta al Jefe del Poder Ejecutivo Nacional, de los asuntos de su departamento, desde el establecimiento  del Gobierno de la Revolución encargado de la reconstitución de la República, hasta abril de 1893. Caracas. Imprenta Bolívar. 1893. p. 133.



2 Archivo Diocesano de Caracas correspondiente al año de 1843.



3 En un principio la Fe de Bautismos se encontraba en el fol. 47 del  Libro 8º general de Bautismos de la parroquia de San Pablo.  , pero por orden del Provisor Diego de Córdoba se trasladó  al " Libro 10 general de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Pablo,  fol. 136.

Archivo Arquidiocesano de Caracas.:" Libro 10 general de bautismos de la Iglesia Parroquial de San Pablo”. fol. 136.



4 Estaba  ubicado en la calle de Carabobo, casa Nº168, Esquina de Catedral.



5 Véase: "Diario de Avisos" Nº 175 del sábado 26 de agosto de 1854.



6 Véase: "El Heraldo" Año II, Trim VI, Nº 168 del 10 de agosto de 1860; 169 del 14 de agosto de 1860 y 170 del 17 de agosto de 1860.



7 Para esa época vivía en la Calle del Juncal, casa Nº 101. UCV: Archivo Universitario:"Expediente Universitario. Libro Nº 68, Exp, 38 y  "Bachiller y Licenciado en  Derecho Civil y Canónica”1867. Libro 15, Exp 12-13.



8Se encontraba situado en la calle los Bravos, Nº 32, en la esquina El Conde.



9 Véase "El Federalista". Nº 55 del 3-10-1863.



10Fue instalada el 23 de agosto de 1862.



11Véase: expediente Nº 429. Catálogo de expedientes de grados académicos. Anales que existen en el archivo de a UCV formado por el Doctor Vicente G.  Guánchez, Secretario Jubilado de la Universidad. en Anales de la UCV. 1906. Archivo Universitario: Expediente Universitario "Libro 39, Expediente 8".



12 La fecha de la última Acta que se conserva es del 11 de noviembre de 1870.



16 Los otros miembros eran: Anton Goering, Cristóbal Rojas, Gualterio Chitty. Francisco Conde, Francisco de Paula Acosta. etc.



17 Esta comisión estaba formada. además por Arístides Rojas, Francisco Conde, Simón Ugarte, Manuel Vicente Díaz, Luciano Urdaneta, Rafael Villavicencio y Jesús Muñoz Tébar.



18 Véase: expediente universitario de Derecho Civil y Derecho Canónico, Leg. 52 expediente 181 y 336.



19 Universidad Central de Venezuela: Archivo Histórico Universitario: Libro de nombramientos de Secretarios y Oficiales. 1839-1881. V=2; T=2; N=324. fol. 290-291.

20 En 1868, colabora en la revista científica Vargasia[1]: Órgano de la Sociedad de Ciencia Físicas y Naturales, publicada con el fin de contribuir al desarrollo de la ciencia en nuestro país. junto a él colaboraban hombre de la talla de Adolfo Ernst. Arístides Rojas, Rafael Villavicencio, Jesús Muñoz Tébar, Lino de Revenga, Arístides Rojas. y otros. Esta revista tuvo una efímera duración, publicando los siguientes Nº: El 1-3 corresponde a enero, febrero y marzo de  1868; el Nº 4 al mes de abril; el nº a mayo; el 6 a septiembre de 1869; y el 7 en 1870. 

21 Véase: "El Federalista". Año IV, Mes IV  Nº 959, caracas, lunes, 22 de octubre de 1866. p. 3.;  Nº 966 del  30 de octubre de 1866, p. 2; Nº 973, del jueves 8 de noviembre de 1866, p. 3. ; Nº 976 del lunes 12 de noviembre de 1866. p. 1; Nº 979, del jueves, 15 de noviembre de 1866.

22Véase: El Federalista Nº 1.299 del 11 de diciembre de 1867;  Nos Nº 1621, 1622, 1624, 1626, 1629 de 22.23.26 y 28 de enero y 1º de febrero de 1869 y Pensamiento político Venezolano del siglo XIX tomo 13. p.  .


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